martes, 30 de abril de 2013

Los mares de magma que la Luna acogió en el pasado

Al principio de la historia de la Luna, un océano de roca fundida cubría toda su superficie. A medida que ese océano de magma lunar se iba enfriando durante millones de años, tuvo lugar un proceso de diferenciación que conformó la corteza y el manto de la Luna. Pero, según un nuevo análisis, aquella no fue la última vez que la superficie lunar se derritió a gran escala.

La nueva investigación, a cargo del equipo de William Vaughan y James W. Head III, de la Universidad Brown, en Providence, Rhode Island, Estados Unidos, muestra que el impacto catastrófico que formó la cuenca lunar conocida como Mare Orientale, situada en el borde occidental de la cara oculta de la Luna, produjo un mar de roca derretida de unos 350 kilómetros (220 millas) de diámetro y al menos 10 kilómetros (6 millas) de profundidad. Mares similares de lava provocados por impactos probablemente estuvieron presentes en otras ocasiones, en al menos 30 de otras grandes cuencas de impacto en la Luna.

Vaughan y sus colegas han determinado que a medida que esos mares de roca fundida se iban enfriando, experimentaban un proceso de diferenciación geológica parecido al que sufrió el océano primigenio de magma lunar. Como resultado, las rocas formadas en los mares posteriores de magma podrían confundirse con las rocas verdaderamente primigenias, las que se formaron justo tras enfriarse la Luna después de su tórrido proceso de formación.



El brutal impacto meteorítico que formó la cuenca lunar conocida como Mare Orientale creó un mar de roca fundida de unos 350 kilómetros de longitud y 10 kilómetros de profundidad. Los sucesos de esta clase, posteriores a la formación de la Luna, podrían ayudar a explicar algunos enigmas lunares, así como aportar información importante para reinterpretar datos geológicos sobre ella, incluyendo los obtenidos de piedras traídas por los astronautas del programa Apolo. (Foto: NASA)

Ese riesgo de confusión podría afectar a las piedras lunares traídas a la Tierra por los astronautas del programa Apolo y por las sondas rusas. Los investigadores creen muy posible que el material derretido por esos impactos está presente en las muestras lunares consideradas como representativas de la formación temprana de la corteza lunar. La cantidad de roca formada en esos mares posteriores de roca fundida dista mucho de ser pequeña. Vaughan y sus colegas estiman que los impactos que formaron 30 grandes cuencas lunares produjeron unos 100 millones de kilómetros cúbicos de material derretido, suficiente para forjar un 5 por ciento de la corteza lunar.

Si las muestras lunares incluyen material fundido de épocas posteriores a la de la formación de la Luna, eso ayudaría a explicar algunos detalles desconcertantes detectados en ellas. Por ejemplo, en 2011 el análisis de una muestra que supuestamente se originó en los tiempos en que se formó la corteza lunar, indicaba que se formó unos 200 millones de años después de la época estimada de la solidificación del océano primigenio de magma lunar. Eso condujo a algunos investigadores a la conclusión de que la teoría del océano primigenio de magma lunar estaba equivocada, o que la Luna era más joven de lo que se creía. Pero si esa muestra realmente se originó a partir de un mar fundido más reciente, su menor antigüedad podría explicarse sin necesidad de reescribir la historia geológica de la Luna.

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