sábado, 15 de marzo de 2014

Indagando sobre la financiación del escepticismo climático

Aunque la inmensa mayoría de la comunidad científica está de acuerdo en que se está registrando un cambio climático global, y que dicho cambio es antropogénico, o sea provocado por actividades humanas, existe una minoría, apoyada por ciertos sectores económicos y políticos, que ha venido sosteniendo que dicho cambio no existe o que sí existe pero es de origen esencialmente natural.

Los escépticos del cambio climático cuentan con un respaldo económico sobre cuya procedencia se ha indagado en un nuevo estudio, realizado por Robert J. Brulle, profesor de sociología y ciencia medioambiental en la Universidad Drexel de Filadelfia, Estados Unidos, y cuyos resultados se han publicado en la revista académica Climatic Change, una de las revistas de su tipo más destacadas del mundo y editada por Springer, la conocida editorial alemana especializada en temas científicos y fundada en 1842.

El nuevo estudio saca a la luz algunos de los entresijos organizativos y de financiación que hay detrás del potente movimiento escéptico centrado ahora en negar que la causa principal del cambio climático sea antropogénica, y constituye a su vez el primer análisis exhaustivo que se hace sobre las fuentes de financiamiento del movimiento escéptico climático y que se publica en una revista técnica cuyos artículos son revisados colegiadamente por expertos (peer-review o revisión por pares).

Haciendo un análisis de la estructura financiera de las organizaciones que conforman el núcleo del movimiento escéptico orientado a combatir la idea de que las actividades humanas son la principal causa del cambio climático global, Brulle ha comprobado que, aunque los financiadores identificados que aportan fondos en mayor cuantía y con mayor constancia al escepticismo climático, son una serie de organizaciones bien conocidas con ideología política de derechas, la mayoría de las donaciones son "dark money" o "dinero oscuro", es decir financiación opaca, nada transparente.

Los datos con los que se ha trabajado en este estudio también indican que las compañías Koch Industries y ExxonMobil, dos de las mayores patrocinadoras del escepticismo climático, dejaron recientemente de hacer públicamente donaciones a las organizaciones escépticas. Coincidiendo con la reducción de la financiación con origen identificable, los fondos entregados a estas entidades y organizaciones del movimiento escéptico climático a través de fundaciones que actúan como intermediarias, como por ejemplo Donors Trust y Donors Capital, cuyos financiadores originales no pueden ser identificados, se ha elevado de manera espectacular.


Al escepticismo climático se le considera desde ciertos sectores un movimiento que dispone de abundantes fondos y recursos para minar ante la opinión pública la credibilidad de la ciencia del cambio climático y bloquear las acciones gubernamentales encaminadas a reducir las emisiones de gases con efecto invernadero. En este movimiento están involucradas numerosas organizaciones, entre las que figuran asociaciones de comercio, comités asesores, grupos de presión y fundaciones con ideología política conservadora, afines a medios de comunicación y a políticos de esa misma ideología.

"El movimiento escéptico climático ha tenido un impacto real y concreto en el fracaso del mundo para actuar debidamente en materia de cambio climático", comenta Brulle. "Como una obra teatral en Broadway, el movimiento escéptico climático tiene a estrellas bajo los focos, a menudo políticos conservadores, o científicos destacados que trabajan a contracorriente, pero tras estas estrellas hay toda una infraestructura de directores, guionistas y productores, en forma de fundaciones con ideología política conservadora. Si se desea entender lo que está alimentando a este movimiento, hay que mirar lo que ocurre entre bastidores".

Para desvelar cómo surgió y es mantenido el escepticismo climático, Brulle confeccionó un listado de 118 organizaciones destacadas, con sede en Estados Unidos, que rechazan la idea de que estamos viviendo un cambio climático antropogénico, y analizó datos sobre los donativos realizados a cada organización.

Los datos disponibles muestran que 140 fundaciones realizaron 5.299 donativos a 91 organizaciones escépticas, con un monto total de dinero que asciende a 558 millones de dólares entre los años 2003 y 2010. La información disponible muestra que estas 91 organizaciones tienen unos ingresos económicos anuales de unos 900 millones de dólares, con un promedio anual de 64 millones de dólares en apoyo económico desde entidades identificables. Como la mayoría de las organizaciones trabajan también en otros ámbitos además del medioambiental, no todos los ingresos fueron dedicados a pagar actividades para minar la credibilidad pública del cambio climático antropogénico, tal como admite Brulle.

Entre los principales hallazgos que Brulle expone en su estudio, figuran los siguientes:

Los mayores y más sistemáticos patrocinadores de las organizaciones que niegan que el cambio climático se deba principalmente a las actividades humanas son varias fundaciones conservadoras muy conocidas, como la Searle Freedom Trust, la John William Pope Foundation, la Howard Charitable Foundation y la Sarah Scaife Foundation.

Koch y ExxonMobil se han retirado de las actividades públicas de financiación a las organizaciones escépticas, al no hacer más donativos, o al menos no donativos que puedan ser rastreados. Del 2003 al 2007, Koch Affiliated Foundations y ExxonMobil Foundation estuvieron muy implicadas en el financiamiento de las organizaciones del escepticismo climático. Pero desde 2008 ya no hacen contribuciones, o por lo menos no son contribuciones públicamente identificables.

Ahora buena parte del financiamiento fluye a través de fuentes imposibles de rastrear. Coincidiendo con el declive de los fondos identificables, el monto del financiamiento otorgado a las organizaciones escépticas por el Donors Trust ha subido de manera espectacular. El Donors Trust es una fundación que permite hacer donativos sin que se revele públicamente la identidad de la persona o entidad que los hace.


A pesar de la extensa recopilación de datos hecha por Brulle y de su intensivo análisis de esta información, sólo se puede determinar la procedencia, a partir de registros públicos, de una fracción de los centenares de millones de dólares en contribuciones entregadas a las organizaciones escépticas. Aproximadamente el 75 por ciento de los ingresos de estas organizaciones provienen de fuentes no identificables.

Brulle argumenta que la raíz del problema es que el dinero amplifica ciertas voces sobre otras, como un megáfono en una calle concurrida. Brulle denuncia que el dinero de una minoría económicamente poderosa es lo que sustenta la campaña para negar los resultados científicos sobre el calentamiento global y crear dudas en el público sobre las raíces del problema y sobre lo que debe hacerse con las emisiones de gases de efecto invernadero, emisiones que, en sus palabras, constituyen una gran amenaza global. Dicho de otro modo, los negacionistas del cambio climático antropogénico estarían, según esto, beneficiando a poderosos intereses económicos en detrimento de la inmensa mayoría de la humanidad. Brulle también argumenta que, como mínimo, el pueblo merece saber quién está detrás de esas maniobras.

Brulle ha escrito numerosos artículos, así como capítulos de libros, en materia de ciencia medioambiental, y es un comentarista de los medios de comunicación que aparece en público frecuentemente hablando sobre el cambio climático. Antes, trabajó como oficial en la Guardia Costera de Estados Unidos durante dos décadas. Brulle ha recibido sus diversas titulaciones académicas de instituciones como por ejemplo la Academia de la Guardia Costera de Estados Unidos, la Universidad George Washington y la Universidad de Michigan.

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