jueves, 26 de julio de 2012

Las 62 hijas de Saturno




El sistema de los anillos y los satélites de Saturno es uno de los más complejos e interesantes del Sistema Solar.

Desde hace ocho años, está siendo observado a fondo por la sonda Cassini, que ha permitido que nos asomemos a la gran variedad de mundos que orbitan el planeta.
El rasgo más característico y definitorio de Saturno son, sin duda, sus anillos. Son claramente visibles incluso observándolo con telescopios de aficionado desde tierra y, cuando las sondas Pioneer y Viking mostraron las primeras imágenes cercanas del planeta, su juego de sombras sobre Saturno y su ordenada apariencia destacaron con rapidez. Sin embargo, en ese gigante gaseoso hay bastante más que esas formaciones de partículas heladas extremadamente delgadas, y que se extienden a lo largo de centenares y centenares de kilómetros. Sus más de 60 satélites conforman un sistema planetario bastante variado y repleto de sorpresas.
Aproximadamente una docena de ellos están helados en mayor o menor medida, y mientras algunos parecen ser asteroides originados en los confines del Sistema Solar, y capturados después por la gravedad del planeta, otros son muy pequeños y se mueven por entre sus anillos, ‘pastoreándolos’ y haciendo que mantengan su forma. Unas cuantas de sus lunas heladas están cubiertas en parte, además, por un material oscuro que llevó a varios científicos a creer que algún mecanismo de transporte extendió dicho material por esos satélites, uniéndolos entre sí.
 
 
LUNAS RELACIONADAS
Bonnie Buratti, científica de Cassini, afirmaba hace algunos años, en relación a unos trabajos que estudiaban precisamente el papel de ese material oscuro, que al observar Saturno había que hablar de su ecología, ya que “ecología es sobre todo tu entorno, no sólo un objeto, sino sobre cómo interactúan todos. El sistema de Saturno es muy interesante, y si miramos las superficies de las lunas, parecen haber sido alteradas en modos que no son intrínsecos a ellas. Parece haber algún tipo de transporte en este sistema”.
Ese transporte era responsable de haber cubierto ‘de negro’ las superficies heladas de Dione, Febe, Japeto, Hiperión y Epimeteo, y hasta se habían encontrado algunas de las mismas signaturas espectrales de estas lunas en el anillo F, pero los investigadores no habían conseguido explicar todavía de dónde había salido ese material. Sólo sabían que no procedía de ninguno de esos satélites. Profundizando más en ese término de la ecología del sistema saturniano, encontramos las interacciones entre los satélites y los anillos, y no sólo de los pequeños pastores.
Por ejemplo, algunos científicos creen que Dione todavía es geológicamente activa y que sus emisiones de metano y hielo de agua alimentan el anillo E. Este anillo también recibe las aportaciones de los géiseres del hemisferio sur de Encélado, uno de los satélites que más interés ha despertado entre la comunidad científica. Al mismo tiempo, los anillos afectan a otras lunas, por lo que todos los miembros del sistema terminan interconectados de un modo u otro.

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