domingo, 19 de febrero de 2012

La contaminación atmosférica

El incremento en el aire de ciertos materiales particulados, en buena medida fruto de la polución atmosférica, puede afectar fuertemente al desarrollo de nubes, de maneras que reduzcan la precipitación en regiones o estaciones secas, mientras que incrementen la lluvia, la caída de nieve, y la intensidad de tormentas severas en regiones o estaciones húmedas.

Así lo indican los resultados de un nuevo estudio, el cual aporta la primera evidencia clara de cómo los aerosoles (hollín, polvo y otros materiales particulados) presentes en la atmósfera pueden afectar a la meteorología.

Los resultados de esta investigación atañen de manera especial a la disponibilidad, gestión, y uso de recursos hídricos en regiones de diversas partes del mundo.

Utilizando una base de datos de diez años de mediciones atmosféricas, el equipo de Zhanqing Li, Feng Niu y Yanni Ding, de la Universidad de Maryland, Jiwen Fan, del Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste, Yangang Liu del Laboratorio Nacional de Brookhaven, las tres instituciones en Estados Unidos, y Daniel Rosenfeld, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha descubierto la influencia neta y a largo plazo que los aerosoles ejercen sobre la altura y grosor de las nubes, y los cambios resultantes en la frecuencia e intensidad de las precipitaciones.

La comunidad científica ha sabido desde hace mucho tiempo que los aerosoles influyen en el calentamiento y en los cambios de fase, como la condensación y la congelación, en las nubes, y que pueden tanto inhibir como intensificar las nubes y las precipitaciones.

Lo que no se había conseguido determinar hasta ahora era el efecto neto de ese conjunto complejo de influencias.

El nuevo estudio muestra que la materia particulada fina, mayormente fruto de la polución atmosférica, dificulta que se produzca la lluvia suave, y por otra parte exacerba las tormentas severas. Se trata pues de un efecto a dos bandas, y que es pernicioso en ambas.

Lo puesto de manifiesto por el nuevo estudio hace más urgente aún la necesidad de controlar las emisiones contaminantes de azufre, nitrógeno e hidrocarburos.

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