Los observatorios espaciales XMM-Newton de la ESA y NuSTAR de la NASA han
hallado, en el corazón de una galaxia espiral, un agujero negro supermasivo
girando casi a la velocidad de la luz, ofreciendo nueva información sobre cómo
crecen las galaxias.
Se cree que los agujeros negros supermasivos acechan
desde los centros de casi todas las grandes galaxias, y los científicos
consideran que la evolución de las galaxias está inextricablemente ligada a la
evolución de sus agujeros negros.
Se estima que la velocidad de
rotación de un agujero negro refleja la historia de su formación. En esta
imagen, un agujero negro que crece de manera constante, alimentado por un flujo
uniforme de material en espiral que cae sobre él, no debería girar a esas altas
velocidades. La rotación veloz podría también ser el resultado de la fusión de
dos agujeros negros más pequeños.
Por otro lado, un agujero negro
zarandeado por pequeñas aglomeraciones de material golpeando desde todas
direcciones, terminaría rotando de un modo relativamente más lento.
Estos escenarios reflejan la propia formación de la galaxia, dado que
una fracción de toda la materia atraída hacia la galaxia acaba llegando al
agujero negro. Por este motivo, los astrónomos están deseando medir los índices
de rotación de los agujeros negros en el corazón de las galaxias.
Una
forma de hacerlo es observar los rayos X emitidos por el gas caliente de un
disco justo fuera del “horizonte de sucesos”, los límites que rodean a un
agujero negro más allá de los cuales nada, ni siquiera la luz, puede escapar.
En particular, los átomos calientes de hierro producen una fuerte señal de rayos
X en un rango de energía muy específico, desdibujado por la rotación del agujero
negro. La naturaleza de este emborronamiento puede utilizarse para inferir el
índice de rotación.
Utilizando esta técnica, observaciones previas han
sugerido que en algunas galaxias hay agujeros negros que giran a velocidades
extremadamente altas. Sin embargo, confirmar el índice de rotación ha sido muy
difícil, ya que el espectro de los rayos X también puede emborronarse debido a
la presencia de absorbentes nubes de gas que se encuentren cerca del disco.
Hasta ahora, ha sido imposible separar ambos escenarios.
Durante cerca
de 36 horas, en Julio de 2012, el satélite XMM-Newton de la ESA y el satélite de
la NASA NuSTAR –Nuclear Spectroscopic Telescope Array– observaron
simultáneamente la galaxia espiral NGC 1365. XMM-Newton capturó los rayos X de
energía más baja, mientras que NuSTAR captó los datos de energías más altas.
Los datos combinados probaron ser la clave para descifrar el enigma. Un
modelo de agujero negro girando hace una clara predicción de la proporción de
rayos X de altas energías y rayos X de bajas energías. Lo mismo puede decirse
para las nubes absorbentes de gas.
Pero hay que destacar que las
predicciones son diferentes y los nuevos datos solo coinciden con un escenario
de agujero negro en rotación.
“Podemos descartar por completo el modelo
de absorción”, afirma Guido Risaliti, INAF – Osservatorio Astrofisico di Arcetri
(Italia), quien lideró esta investigación.
“Ahora que sabemos cómo medir
índices de rotación de agujeros negros, podemos usarlos para inferir la
evolución de sus galaxias anfitrionas”.
El agujero negro de NGC 1365 gira
a una velocidad cercana a la de la luz. Esto sugiere que la galaxia ha crecido
de manera continua a lo largo del tiempo, con un flujo constante de material
cayendo al agujero negro central.
Sin embargo, los astrónomos aún no
pueden descartar un único y enorme evento en el que dos galaxias y,
posteriormente, sus agujeros negros, se hubieran fusionado, produciendo una
súbita aceleración del agujero negro supermasivo resultante. (Fuente:
ESA)
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