domingo, 2 de marzo de 2025

La capa de ozono: clave para la vida

 La Tierra no es el único planeta con ozono. Las atmósferas de Marte y Venus también lo tienen. Y es que, donde hay oxígeno, puede haber ozono. Sin embargo, ninguno de nuestros vecinos cumple, que se sepa, una función tan importante como en nuestro planeta. “Sin la capa de ozono no habría ninguna forma de vida, al menos como la conocemos”



El ozono es un gas compuesto por tres átomos de oxígeno, mientras que la molécula del oxígeno que respiramos tiene solo dos. Lejos de la superficie terrestre, donde ya nadie respira, el oxígeno recibe el impacto de la radiación ultravioleta del sol, muy energética, las moléculas de dos átomos se rompen y se vuelven a unir formando ozono. En el proceso, toda esa energía procedente de nuestra estrella se queda por el camino.

Lo que se conoce como capa de ozono es una región atmosférica situada en la estratosfera, entre los 15 y los 50 kilómetros de altitud, donde la concentración de ese gas es relativamente elevada.  Esta región actúa como un escudo protector de la peligrosa radiación ultravioleta de tipo C y de la mayor parte de la de tipo B, dejando atravesar únicamente la de tipo A, que es la menos energética de las tres.

La radiación ultravioleta, la razón principal por la que nos echamos protector solar, tiene la capacidad de dañar las células vivas y su material genético. Cuanto más corta es su longitud de onda, mayor es esta capacidad de daño, tal como señala la Organización Mundial de la Salud. Así, la de tipo C es la más dañina. Si llegase a la superficie, la Tierra no sería el planeta que es. Pero, gracias a la capa de ozono, esta radiación se frena en la estratosfera.



El agujero de la capa de ozono

El ozono, como gas, fue descubierto en el siglo XIX, pero pasarían casi 100 años hasta que dos físicos franceses, Charles Fabry y Henri Buisson, señalasen la existencia de la capa de ozono. Gordon Dobson, un meteorólogo y físico inglés, acabaría de definir sus propiedades en detalle para mediados del siglo XX. Desde entonces, la concentración de ozono en la atmósfera se mide en unidades Dobson

 

Durante el invierno austral, sobre la Antártida se forma un vórtice polar (ciclón) que confina el aire extremadamente frío de la región, lo que favorece la formación de las llamadas nubes estratosféricas polares formadas por cristales de hielo. Dichos cristales actúan como soporte para que determinados compuestos que hay en la atmósfera liberen cloro muy reactivo”. “Cuando, en la primavera austral, comienza a incidir radiación solar tras la larga noche polar, las reacciones fotoquímicas en las que interviene el cloro dan como resultado una destrucción masiva de ozono”.

Uno de estos compuestos, los CFC (clorofluorocarbonos), fue rápidamente señalado como principal causante del agujero en la capa de ozono en la década de los ochenta. Esto llevó, en 1987, a la firma del Protocolo de Montreal para eliminar el uso de sustancias que agotan la capa de ozono. Los CFC, que eran muy usados como refrigerante y en aerosoles, han dejado de utilizarse casi por completo. Como consecuencia, la capa de ozono ha ido mostrando señales de recuperación, aunque los CFC tardarán años en desaparecer por completo

La capa de ozono es una de las defensas naturales de la Tierra, que la protege de la tormenta de energía que atraviesa el espacio. Sin ella, nuestro planeta no podría ser el hogar de millones de especies de plantas y animales. Las actividades humanas que la destruyeron durante años parecen haber sido corregidas, pero habrá que seguir atento a su evolución en el futuro.

En el año 1994, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 16 de septiembre Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, en conmemoración de la fecha de la firma del Protocolo de Montreal.




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