El agua dulce hace referencia al agua que se
encuentra de forma natural sobre la superficie terrestre. Solo el 3%
del agua del planeta es dulce y se encuentra de diferentes formas,
como:
Capas de hielo.
Glaciares.
Icebergs
Lagos.
Lagunas.
Humedales.
Ríos.
Arroyos.
De forma subterránea, en
acuíferos.
·
El agua es un elemento crítico para la
supervivencia de todos los organismos vivos en la Tierra. Algunos organismos
pueden usar agua salada, pero muchos, incluyendo la gran mayoría de las plantas
superiores y la mayoría de los mamíferos deben tener acceso a agua dulce para sobrevivir. Algunos
mamíferos terrestres, tales como roedores del desierto, parecen sobrevivir sin beber, pero en realidad
generan agua a través del metabolismo de semillas de cereales, y cuentan con mecanismos eficientes para conservar el agua.
·
Del total de agua en la Tierra, el agua salada —en
los océanos, los mares y las aguas subterráneas saladas— representa alrededor del 97 % de la misma. Solo
el 2,5 a 2,75 % es agua dulce, incluyendo 1,75-2 % en estado
congelado en glaciares, hielo y nieve, 0,7-0,8 % en aguas subterráneas dulces, y en la humedad del suelo, y menos de 0,01 % del total es agua superficial encontrado
en lagos, pantanos y ríos
El agua dulce es un recurso natural indispensable
para la supervivencia de todos los ecosistemas. El uso del agua por los seres humanos para
actividades como el riego y usos industriales puede tener efectos adversos en
los ecosistemas aguas abajo. La contaminación química del agua dulce también
puede dañar gravemente los ecosistemas.
Los océanos se formaron hace
unos 4.000 millones de años. Las sales proceden de la inmensa cantidad de
"fumarolas y cráteres volcánicos que emanaban magma y gases ardientes
La concentración de sales ha
ido variando durante miles de millones de años. Hoy en la mayoría de los mares
y océanos la salinidad es de aproximadamente del 3,5%. "En mares algo más
pequeños y cerrados, como el Mediterráneo, por ejemplo, las salinidades son más
elevadas.
El ion sodio (Na) y el ion cloruro (Cl) son los
dos iones más abundantes en el agua del mar: juntos representan aproximadamente
el 85% de todas las sales disueltas en el océano. Su
combinación forma el cloruro de sodio (NaCl), o sal común.
Además de ser los principales contribuyentes a la salinidad del
océano, estos iones ayudan a regular propiedades esenciales del mar, como la densidad
y la conductividad
💧 Todo sobre el agua dulce 💧
El agua dulce es aquella
que por medio del ciclo del agua se encuentra naturalmente en capas de hielo,
humedales, lagunas, lagos, ríos, arroyos, acuíferos y corrientes bajo tierra,
debido a ellos es que solo el 2.75% del agua total en el planeta es de este
tipo.
Sus características son:
Baja
concentración de sales.
Baja
concentración de sólidos disueltos.
Tiene aproximadamente
1% de cloruro de sodio.
Cubre
aproximadamente 1/5 del agua total del planeta.
Contiene
una abundante cantidad de nutrientes minerales.
Es
incolora e inodora.
¿Cuál es su importancia?
Es un líquido vital que se
adecúa al desarrollo y mantenimiento de la vida en el planeta, ya que la
mayoría de los seres vivos dependen del agua para su supervivencia, además
permite que se lleven a cabo actividades cotidianas, industriales y de agricultura.
🌊 Todo sobre el agua salada 🌊
El agua salada o agua de
mar se encuentra en los océanos y mares de la Tierra y cubre más de 70% de la
superficie terrestre, se le denomina de esta forma debido a su alta
concentración de sales minerales y su sabor salado.
Sus características son:
Es una
mezcla de 96.5% de agua pura y 3.5% de otros minerales.
Cuenta
con un ligero olor.
Mantiene
una temperatura constante debido a su inercia térmica.
Tiene
una mineralización de aproximadamente 30 gramos por litro.
Puede contener
elementos orgánicos.
Tiene
cloruro de sodio, cloruro de magnesio y cloruro de calcio.
Se
compone de estas sales disueltas: cloro, sodio, magnesio, azufre, calcio,
potasio, bromo, estroncio, boro y flúor. Su pH
es de 7.5 a 8.4, la cual varía por la temperatura.
Sabor
salado.

El sol provoca que el agua líquida se convierta en vapor, iniciando
el ciclo hidrológico, el proceso de circulación del agua entre los distintos
compartimentos de la hidrosfera. Se trata de un ciclo biogeoquímico en donde el
agua se traslada de un lugar a otro y cambia de estado físico.
Dentro de la inmensidad de nuestro
planeta el 71% de la superficie es agua, siendo la mayoría salada –en torno al
97%-. De este dato se deduce que la mayor parte del agua que se evapora y que,
por tanto, precipita en forma de lluvia procede de los océanos, a pesar de que
el agua de la lluvia no es salada.
Para comprender por qué no contiene
cloruro sódico tan solo tenemos que realizar un sencillo experimento. Si
cogemos un vaso de agua del grifo y lo dejamos al sol para que el agua se
evapore, al final en el fondo del vaso quedará una fina capa de minerales
disueltos en el agua, ya que no han sido evaporados.
Pues bien, en los mares sucede algo
similar, únicamente se evapora el agua, los minerales que había disueltos
precipitan y se quedan en el mar.
El agua dulce que llega al océano no está completamente libre de
sales y minerales. Estos se disuelven desde las rocas en tierra firme, un
proceso que comienza con la lluvia, que contiene pequeñas cantidades de dióxido
de carbono del aire, lo que la convierte en un ácido débil.
Cuando esta lluvia cae sobre las rocas, el ácido disuelve pequeñas
partículas de minerales y sales. Estas se transportan por los ríos y arroyos,
llevándolas finalmente al océano.
Sin embargo, no notamos sabor a sal en los ríos, arroyos y lagos.
Esto se debe a que el agua dulce, al ser constantemente renovada por la
lluvia, diluye las cantidades de sales disueltas. El volumen de
agua dulce es mucho mayor que el de los minerales disueltos.
Cuando el agua dulce de los ríos desemboca en el océano, lleva
consigo estos minerales. Pero el océano, a diferencia de los lagos y ríos, es
un sistema acumulativo.
La sal y los minerales no se eliminan fácilmente, se han ido acumulando
con el tiempo. Además, hay otro proceso fundamental que añade minerales al
océano: los respiraderos hidrotermales en el fondo marino.
Esta mezcla enriquecida en minerales se libera de nuevo al océano a
través de los respiraderos, añadiendo aún más componentes disueltos al agua
marina.
Los volcanes submarinos también juegan un papel importante en la
salinidad oceánica. Durante las erupciones, liberan una mezcla de minerales y
gases disueltos que enriquecen el agua de mar con una variedad de iones.
En cuanto a los mares, es conocido por todos que el Mar Muerto es el más salado, lo que impide que
haya vida en su interior más allá de microorganismos. En la Antártida
encontramos el lago Don Juan, cuyas aguas
llegan a alcanzar un nivel de salinidad del 44%
En los océanos primitivos, probablemente la salinidad era mucho
menor. Hace miles de millones de años, cuando la Tierra estaba cubierta por
grandes océanos jóvenes, las lluvias comenzaron a caer y a erosionar las rocas
de los continentes recién formados. Estos minerales fueron transportados al
mar, iniciando el proceso de acumulación
Actualmente, los científicos estiman que los ríos y arroyos de todo
el mundo transportan aproximadamente cuatro mil millones de toneladas de sales disueltas
al océano cada año.
A pesar de esta enorme cantidad, el nivel de salinidad del océano
ha permanecido relativamente constante durante los últimos 200 millones de
años. ¿Cómo es posible? El océano ha alcanzado un equilibrio dinámico. La
cantidad de sal que entra es igual a la cantidad que se retira.
Parte de las sales disueltas se precipitan y se depositan como
sedimentos en el fondo marino, formando nuevos minerales. Este proceso, junto
con la absorción de minerales por los organismos marinos, ayuda a mantener el
nivel de salinidad estable.
Recuerda
La próxima vez que te sumerjas en el océano y sientas el sabor
salado en tus labios, recuerda que estás experimentando el resultado de miles
de millones de años de procesos geológicos y químicos.
La salinidad del mar es una evidencia tangible de la interacción
continua entre la atmósfera, la tierra y el océano, un equilibrio que ha sido
esencial para la vida tal como la conocemos.