A la izquierda de esta cuna estelar, podemos apreciar una zona oscura, envuelta en una cantidad de polvo tan grande que ni siquiera la luz infrarroja puede ver qué hay tras ella, resultando bloqueada. Dentro precisamente de esta zona oscura es donde las estrellas están comenzándose a formar.
Esta nube, que no es sino una vasta región de formación estelar, está situada a 750 años-luz, en la constelación de Serpens -Serpiente, en castellano-. El atractivo de esta nebulosa es que es una región que únicamente contiene estrellas de baja o relativamente moderada masa, y no alberga en su seno ni una estrella masiva o brillante, como sí que ocurre en otras regiones parecidas de mayor tamaño, como M42, La Nebulosa de Orión. Para que nos hagamos una idea, nuestro Sol es una estrella de masa moderada -de las que no hay en esta nube-, y por eso mismo se convierte en todo un misterio dilucidar si nació en una nube como Serpens o en otra como Orión.
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